Cuéntame un cuento: `La noche de los corazones rotos´, por Rain Cross


Hoy tenemos una nueva entrega de esta sección semanal llamada Cuéntame un cuento, donde publicaremos relatos elegidos de entre todos los que nos lleguen con la idea de, cada año, publicar una antología con los que más gusten. ¿Os animáis? ¡Pues a qué estáis esperando! Enviad vuestros escritos, sean del género que sean, en formato Word (2-5 páginas) a webchicasombra@gmail.com

En esta ocasión el seleccionado ha sido `La noche de los corazones rotos´, de la escritora Rain Cross. ¡Adelante con él!


Todo estaba listo: los vasos limpios, los aperitivos en bonitos platos de colores… Puso posavasos al lado de las bebidas, aunque sabía que muchos de sus amigos ni siquiera los verían. También dejó una pila de sus mejores discos al lado del reproductor de música, esperando que sus invitados hicieran de dj’s improvisados.
Observó toda la decoración de la fiesta, con guirnaldas de colores y el horizonte de Barcelona como telón de fondo gracias a un gran ventanal. Comprobó que todo estuviese perfecto y se marchó a ponerse sus mejores galas: sería una velada inolvidable.
 
Raquel

Se apoyó al lado de la columna de libros que Adrián, uno de sus mejores amigos y director de orquesta de aquella noche, tenía como decoración en el salón de su casa. Marc, su marido, había ido a por las bebidas mientras ella buscaba a otra persona con la mirada sin pretenderlo. La escasa luz y la música a todo volumen le hicieron recordar la primera vez que conoció a aquella chica: habían quedado con los amigos de Marc y ella estaba entre ellos. Acababa de volver de Londres, por lo que todos querían saber más sobre su viaje. A Raquel le pareció algo tímida, soñadora y encantadora. Escuchó sus anécdotas en silencio, sin comprender por qué se sentía tan atraída por esa mujer. Después de aquella quedada, intercambiaron teléfonos y empezaron a charlar cada vez con más frecuencia. Jamás le había pasado algo así antes; ella despertó algo en su interior; un sentimiento que hacía años que llevaba dormido. 
Pensó en Marc, en que lo quería más que a nada. Llevaban tantos años juntos que temía que la monotonía les hubiera sentenciado a ser simples compañeros de vida. Sin pasión. Sin ese amor que tuvieron los primeros años de universidad en los que todo era intenso y especial.
Suspiró al tiempo que su marido regresaba con dos copas de Martini en la mano.
―Adrián es único montando fiestas, ¿eh?
―Sí, le gusta hacerlo todo a lo grande ―sonrió mientras sentía el alcohol bajándole por la garganta. Su calidez le reconfortaba.
―¡Mira, ahí está Carla! ―exclamó, ella miró cómo si no le importara―. ¿Sabes? Vuelve a Londres.
―¡¿Cómo?! No-no me ha dicho nada…
―A mí me lo ha comentado esta misma mañana. También me ha pillado por sorpresa, pero bueno, seguro que va volviendo de vez en cuando a vernos, ya sabes cómo es.
Marc echó una carcajada, se acabó la bebida y, disculpándose, se marchó a charlar con una de sus amigas dejando a Raquel con una sensación de sorpresa y tristeza que no podía entender del todo.

Marc
 
Mientras hablaba con su mujer, la vio llegar con un increíble vestido rojo y con un chico del brazo, algo que le molestó más de lo que esperaba. Apretó los dientes, como siempre hacía cuando se ponía nervioso, se excusó y fue al encuentro de su amante. Antes de llegar Paula, una colega del trabajo, le interceptó y le preguntó sobre unos asuntos de la empresa. De reojo, vio como Greta le susurraba algo al oído al extraño y éste se marchó con una sonrisa en los labios. Después de una breve charla con su secuestradora momentánea pudo reunirse con la que consideraba la mujer más sexy de la noche.
―Veo que has venido acompañada.
―Tú siempre lo haces y no te digo nada ―respondió ella mordiéndose el labio.
―Tienes razón, perdona ―Marc se puso a su lado―. ¿Cómo estás?
―Muy bien. Voy a disfrutar de una excelente velada así que no me puedo quejar, ¿y tú? ―dijo esas últimas palabras con una melosidad que a Marc le resultó irresistible.
―Bien, sí… Tenía ganas de verte.
Sabía que no debía haber dicho eso en cuanto vio la mirada asesina de Greta. La conocía bien. Se veían desde hacía ya dos años y cada vez estaba más enganchado a ella. Quería a su mujer pero, a pesar de que ya no estaba enamorado, tenía miedo de dejarla. Llevaban toda la vida juntos y creía que estaría perdido sin ella. Marc no era un hombre de muchos cambios y algo así sería demasiado para su monotonía. Y la llegada de Greta había supuesto todo un torbellino en su cómoda existencia.
Se encogió de hombros; el silencio fue su única respuesta. El chico con el que había venido su amante llegó con dos bebidas en la mano; sin verlo, sabía lo que había pedido ella: un vodka con cola.
―¡Hola! Soy Lucas, ¿y tú?
―Yo… ya me iba. Qué os divirtáis.
Se alejó de ellos sin mirarlos hasta que sintió una mano en el hombro.
―Hablemos ―dijo Greta y se alejaron un momento del gentío.
Buscó a Raquel con la mirada, pero ya no estaba en la fiesta.

Greta
 
Mientras caminaba seguida del hombre al que amaba pensó si debía hacerlo. Ella no era así, no se fijaba en tipos casados. No, ella disfrutaba de su soltería siempre con chicos sin compromiso, hasta que lo conoció en aquella cafetería: aquella escena se le vino a la mente como si de una película se tratara. Estaba sentada, con un libro al lado del café, cuando se le cayó la magdalena de su escueto desayuno al darle con el codo al buscar el móvil en su bolso y Marc la cogió antes de que tocara el suelo. A partir de ahí empezaron una serie de charlas que ella adoraba más que nada en el mundo.
―A ver, ¿qué es lo que quieres de mí?
―Yo… nada. Sólo es que…
―Mira, tú estás casado, lo entiendo, pero no puedes ir como un alma en pena a la que me ves con otro tío. Yo también tengo derecho a estar con quien quiera, ¿no?
―Sí, sí, lo sé. Tienes razón, Greta. Lo siento.
Lo miró. No sabía si se iba a atrever. Dejó que sus sentimientos salieran por su garganta.
―Sabes que te quiero. Que me gustaría ser algo más que la tía que te follas un par de veces al mes, pero para ello tienes que ser libre ―Hizo una pausa. Al ver que él iba a intervenir, prosiguió―. Mira, no sé si podré aguantar mucho más esta situación, Marc.
―No eres sólo la tía que me follo, eres mucho más para mí…
―¿Si? ¿Y qué soy para ti?
Greta sabía que lo estaba poniendo entre las cuerdas, pero no si era para bien o para mal. Marc tardó más de lo deseado en contestar, cosa que no parecía augurar nada bueno.
―Me estoy enamorado de ti, Greta ―saltó. Ella no supo qué decir; estaba preparada para lo peor, para un «me gustas», pero no para el amor―. Pero está Raquel.
―¿La quieres? 
―Sí, pero no de la misma forma. Es complicado.
―Es complicado ―repitió―. ¿Y qué hacemos, eh? ¿Seguimos en la clandestinidad hasta que ella se canse de ti?
―No, yo… Joder, no es tan fácil.
Greta empezó a perder la paciencia. Le amaba, pero no estaba segura de si la estaba manipulando por miedo a perderla o le decía la verdad.
―Mira, cuando te aclares, hablamos… ―Miró hacia Lucas, el amigo al que había traído para tratar de despertar los celos de su amante―. Que vaya bien la noche, Marc.
―Greta, espera…
―No. Hoy quiero estar sola.
Se marchó obviando las súplicas. Esa noche necesitaba ahogar sus penas en vodka.

Carla

Entró en el salón con el temor de saber si había tomado la decisión correcta. Echó un ojo a las personas congregadas en casa de Adrián hasta que la encontró, triste, con un Martini en la mano. La contempló uno segundos, arrepintiéndose de muchas cosas y deseando hacer mil más. Ella le devolvió la mirada y, instintivamente, dio media vuelta para salir del lugar; necesitaba pensar.
―¡Carla! ―la dulce voz de Raquel hizo que su corazón diera un vuelco.
Se giró con lentitud, deseando verla; con miedo de perderla.
―Hola, Raquel.
―¿Por qué no me has dicho que te vas?
―Bueno, te lo iba a decir otro día.
―Pero es que… joder… no quiero que te vayas.
No se esperaba esas palabras. Era algo con lo que su mente había fantaseado en muchas ocasiones, algo que quería desde que la conoció, pero Marc era uno de sus mejores amigos, y no podía hacerle algo así.
―Yo… tengo que irme, Raquel. Ya volveré de vez en cuando, y bueno, siempre podemos hablar por el móvil.
―Pero no es lo mismo… Yo… ―Ella hizo una pausa, parecía meditar muy bien sus palabras―. Me gustas, Carla, más de lo que quisiera admitir. No me malinterpretes, quiero a mi marido, pero no puedo evitar lo que siento por ti.
La miró. Deseó durante tanto tiempo ser correspondido que sentía rabia al ver que el destino había hecho que se enamorara de la mujer de otro hombre.
―Y yo siento lo mismo, por eso, más que nunca, es mejor que me marche.
―Pero…
Antes de que Raquel pudiera seguir hablando, se acercó a ella y la besó en los labios. Fue un beso cálido, dulce y lleno de tristeza. Al terminar, Carla apoyó su frente en la de ella y se quedaron así, en silencio, durante unos segundos. Y es que no tenían nada más que contarse; eran tan sólo dos corazones que no podían estar juntos.
Se separaron, mirándose a los ojos.
―Quién sabe si más adelante… ―dijo con resignación.
―Sí, quién sabe…
Tuvo que contener las ganas de abrazarla al ver cómo las lágrimas surcaban sus mejillas; sabía que si lo hacía, no podría soltarla nunca más. Las dos se alejaron con la certeza de que dejaban escapar una bonita historia que no podía ser, con la luna como único testigo de los sentimientos que se procesaban la una por el otra.

***

La fiesta había llegado a su fin. Su anfitrión descansaba en el sofá con los zapatos colgándole de los pies, señal de que al día siguiente le esperaría una gran resaca; confirmación de la diversión y el descontrol vividos aquella noche. Sonrió al recordar que había conseguido su objetivo: liarse con aquel chico de ojos azules que tanto le gustaba. Antes de quedarse dormido, pensó en lo genial que había ido todo; pero no sabía que, durante aquellas horas y ya con la música muda, la celebración también estuvo llena de bailes sin disfrutar, risas rotas y despedidas amargas.
 

Chica Sombra

2 comentarios:

  1. Buenas!
    Me ha gustado mucho la estructura ^^
    Gracias por compartirlo <3

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno. Me ha gustado mucho tanto la historia como la forma de contarla.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar

Susúrranos entre sombras lo que te ha parecido la entrada...