Hoy recibimos, en la redacción de Chica Sombra, la visita de la escritora Ana Lena Rivera, que viene a hablarnos de su recién publicada novela Las herederas de la Singer. 

¡Hola, Ana! Antes de nada, darte la bienvenida a Chica Sombra, siéntete como en casa. Cuéntame, ¿cómo es un día normal en tu vida? 

¡Hola, Chica Sombra!

Un día normal de mi vida es bastante parecido al del resto de la población trabajadora. Me levanto a las siete de la mañana, llevo al niño al cole y me siento a trabajar en mi despacho hasta el momento de ir a recogerlo, y después continúo trabajando un rato. A lo largo del día intento sacar una o dos horas de deporte al menos tres veces por semana porque mi trabajo es muy sedentario. La rutina se rompe solamente en época de promoción, que entonces viajo por diferentes ciudades.  

Acabas de publicar Las herederas de la Singer, una saga familiar que conecta la España actual con la España de la posguerra. Es una historia, ante todo, de mujeres. ¿Es la solidaridad entre nosotras lo que más importancia tiene en tu novela? 

La novela muestra la forma de vida y las circunstancias sociales de las mujeres a lo largo del último siglo. Es una novela que tiene muchos puntos de dureza, pero también solidaridad y cuidado, muchas veces enmascarado de actitudes defensivas, rudas y desagradables. Se ayudan entre ellas porque entienden por lo que está pasando la otra y porque saben que nadie más las va a ayudar. Sobre todo, entienden el amor por los hijos. No es una ayuda amable en muchas ocasiones, es una ayuda por la supervivencia de los hijos y de ellas mismas. 

Aurora, Águeda, Ana y Alba son tus protagonistas. Cuatro mujeres diferentes entre sí, pero con algunas cosas en común que no cambian sea cual sea su época. ¿Qué es eso tan importante que las une? 

Las une la sangre, cada una desciende de la anterior, las une y las separa por igual el miedo, cada una los suyos, y las separa primero, para unirlas después, el secreto familiar alrededor de la máquina de coser, un secreto que guarda Aurora, la primera generación, para salvar su vida y la de su madre.    

Ser mujer es algo maravilloso, pero, sin duda, depende en qué época hayas nacido. ¿Es esa una denuncia que podamos encontrar en Las herederas de la Singer? 

Casi todos los sucesos de la novela le ocurrieron a alguien, o al menos les sucedió algo similar, porque están sacados de mis recuerdos de las historias que contaban mis padres, tíos, vecinas y amigos de la familia. Los personajes son ficticios, pero los hechos son reales y no le sucedieron a una persona, sino a muchas. En la novela se da visibilidad a la vida de las personas, especialmente a las mujeres, a esas vidas anónimas que no aparecen en los libros de historia.  

La máquina de coser esconde un secreto que conecta a las protagonistas. En casa de mi madre aún tenemos la suya (también una Singer), y creo que seguirá pasando de generación en generación. Doy por hecho que en tu familia también tenéis la vuestra, ¿verdad? 

La de mi familia la heredé yo de mi madre, pero está muy deteriorada, iban a tirarla cuando la rescaté y, de hecho, el mueble no se salvó, parece que se había apolillado. Así que hoy es un precioso recuerdo del que no quiero desprenderme. 

Tus estudios están bastante alejados de la escritura. ¿Cuándo decidiste liarte la manta en la cabeza para dedicarte a escribir? 

Tenía metido en la cabeza ser escritora desde la adolescencia, pero no siempre que quieres, puedes. Para mí no fue una opción para empezar mi vida laboral, ni mis padres lo consentían: necesitaba una profesión más estable y económicamente más segura que la de escritor. El proyecto siempre siguió ahí, conmigo, y cada vez la necesidad de dedicarle tiempo era más fuerte.  

Empecé a estudiar escritura en la Escuela de Escritores, en la que ahora tengo el privilegio de dar clase, en mi tiempo libre, hasta que llegó la oportunidad y decidí lanzarme. Eso fue hace seis años, cuando tuve que pasar cuatro meses de reposo domiciliario por un embarazo del alto riesgo. Ahí se gestó, además de mi hijo, mi primera novela. Las circunstancias me regalaron el momento de ir a por mi sueño, de dedicarme a mi pasión y tuve la suerte de conseguirlo. 

Esta novela es tu proyecto más personal hasta la fecha. Si pudieses elegir, ¿con qué sentimiento te gustaría que se quedara el lector tras acabarla? 

Con ganas de más. Los primeros lectores parece que se están quedando con sus recuerdos y, sobre todo, con una conexión especial con las mujeres que los precedieron.  

¿Me puedes contar algo sobre tus próximos proyectos? 

Todavía es muy pronto, acaba de salir la novela, ahora no es momento de escribir todavía, pero iremos a por una nueva novela, eso seguro. 

Para terminar, darte mil veces las gracias y hacerte una última pregunta: ¿eres feliz? 

Dice una amiga mía que los veinte son la edad de perseguir los sueños y los cuarenta la de disfrutarlos y en ese momento vital estoy yo: a punto de los cincuenta, vivo en mis sueños, tengo una familia maravillosa, salud, un trabajo que me apasiona, y buenos amigos. Lo único que pido es que dure mucho.