Teatro: Los días ajenos, de Bob Pop

 


Sinopsis:

Un sillón, una lámpara de pie y un montón de libros emblemáticos. Bob Pop, con su cuello alto, su traje desenfadado y sus míticas gafas de pasta, se prepara para provocar al espectador un volcán de risas y estremecimientos. Con 'Los Días Ajenos', el escritor tragicómico, hombre de opinión y colaborador de 'Late Motiv de Andreu Buenafuente', se desnuda a través de sus dos libros construidos a través de sus diarios y de los de otros que día a día le influenciaron con sus palabras.

Sus trabajos, Primavera-Verano y Otoño-Invierno, que, durante un año entero Bob Pop escribió, plasma con su arrolladora personalidad, cómo se pierde y se vuelve a encontrar a lo largo del camino, y cómo, al igual que Tolstoi, «Sigue con vida, pero ha tenido un mal día».

Él piensa con fervor que «La transición española terminó el día en que Bárbara Rey confesó su noche de amor con Chelo García Cortés». Y a esta misma transición nos dirige Bob, combinando realismo literario, gajos de mandarina, hospitales públicos y grasa de jamón, para contarnos lo que escribió, hace un tiempo, desde Tres Cantos (Madrid), sentado en su sillón.


Opinión personal de Jorge Capote:

Acudo al teatro La Latina al monólogo de Bob Pop sin saber muy bien lo que me voy a encontrar, tan solo con la certeza absoluta de que un espectáculo a cargo de Bob es motivo suficiente para ir donde haga falta. Se abre el telón (sin intención de contar ningún chiste) y aparece nuestro protagonista sentado en un sillón rodeado de libros y con una sonrisa infinita. Desde el momento en el que abre la boca empieza la magia. 

Dos horas después, salgo conmocionado del teatro e inmediatamente mi cabeza comienza a maquinar cómo voy a plasmar todo lo que he sentido en un texto breve, estando a la altura de lo que había experimentado. Y aquí estoy, fracasando estrepitosamente.  

Al principio pensé en enfocarlo hacia la naturalidad que tiene para contar historias y cómo es capaz de entretener durante casi dos horas casi sin esfuerzo, todo gracias a su talento para captar al público con sus historias y anécdotas. Pero no me parecía suficiente.  

Pensé en enfocar este texto hacia su carrera, y cómo muchos podríamos sentirnos identificados con la ambición y las ganas de comerse el mundo y cómo ha tenido que adaptarse a lo que le venía, y que el hecho de que ahora sea conocido no es más que una de esas casualidad maravillosas que tiene la vida. Pero este enfoque tampoco le hace justicia. 

Quizás sea adecuado hablar de su experiencia como persona perteneciente al colectivo LGTBIQ+; o “maricón”, como según él se decía antiguamente. Quizás mencionar su condición de militante de izquierdas que ha tenido sus más y sus menos con empresarios y sus tretas para aumentar el beneficio de su empresa o su experiencia como autónomo que salió rana. Pero nada de esto parece adecuado. Bob es todo eso y mucho más. No es suficiente. 

Y aquí sigo, fracasando en escribir algo que esté a su altura.  

Desisto. ¿Para qué? No lo voy a conseguir.  

Mejor paso del artículo de pseudo-periodista (que no soy) y convierto esto en la entrada de un diario. Quizás eso funcione. 

Bob siempre ha sentido fascinación por los diarios. Plasmar cada día lo que te ocurre en una hoja de papel o en una pantalla es una manera de procesar y de exteriorizar todo aquello que tienes dentro, dándole sentido en el mejor de los casos o sirviendo simplemente como ejercicio de liberación. Bob nos cuenta lo que ha supuesto este formato para él y cómo leer otros diarios le ha ayudado infinitamente en su vida, con su enfermedad y con sus obsesiones. 

Quizás sea ese el motivo por el que me siento tan bien después de ver el monólogo de Bob Pop, porque está centrado en sus diarios. Gracias a su talento de narrador nos comprime y estructura toda una vida de sensaciones en las que hay cabida para el drama, pero siempre desde la perspectiva liberadora de la risa. Todo esto nos sirve a nosotros, meros espectadores, para vernos reflejados y darnos cuenta de que los miedos y angustias que nos someten también afectan a otras personas, incluso (o sobre todo) a aquellas que más admiramos. Es un ejercicio de nivelación con el espectador, quitándole al narrador el aura de “celebridad” para convertirlo en una persona cercana. La comunicación siempre ha sido la clave para acercar a la gente, y no hay nada como un buen diario para comunicarse con uno mismo, sobre todo, y con aquellos que consideren oportuno leerlo. 

Este texto estaba condenado al fracaso incluso desde su concepción, pero lo he escrito con una sonrisa en la cara. La misma sonrisa con la que llevo desde que Bob empezó a hablar y que acabó con una ovación de varios minutos y un teatro lleno de gente que salió amándolo un poco más (si es eso posible). 

Gracias por todo, Bob. Te queremos. 




Chica Sombra

3 comentarios:

  1. Me gusta mucho y me hace mucha gracia, seguro que me gustará

    ResponderEliminar
  2. Hola! Tiene buena pinta, gracias por la crítica!

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  3. Pues tiene que estar bastante bien. Si llega cerquita, a ver si puedo verla.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar

Susúrranos entre sombras lo que te ha parecido la entrada...