Tapa dura: 112 páginas
Editor: Panini España (25 de octubre de 2018)
Idioma: Español
ISBN-10: 8491676422
Sinopsis:
Hay algo sobrenatural en lo profundo de un pueblo perdido de Maine, capaz de provocar el suicidio de un hombre. Basada en uno de los relatos de su libro antológico. Después del anochecer, esta adaptación proporciona pesadillas y obsesión.
Opinión personal de Tony Jiménez:
Tiene gracia que después de tanto tiempo (pasado en un suspiro, eso sí) escribiendo para este maravilloso y fantástico blog, sea ésta la primera vez que voy a hablar de Stephen King. Bueno, en realidad, estoy mintiendo, aunque a medias. Por supuesto, no es la primera vez que hablaré de mi idolatrado, querido, admirado y referenciado Rey, pero sí es la primera reseña que voy a llevar a cabo de una de sus obras, y ni siquiera es realmente de una de sus obras, sino de la adaptación de una de ellas, e hilando más fino todavía, ni siquiera se trata de una de sus famosas y populares adaptaciones cinematográficas, sino de una adaptación comiquera. ¡Qué vueltas da la vida del fan! Sin embargo, teniendo en cuenta lo muy fan que soy del de Maine, hasta el punto de ser de vital importancia en mi carrera literaria (desde guiños a sus historias en las mías hasta novelas y relatos que homenajean directamente a algunos de sus más celebres libros), ¿por qué no lo había tocado de forma más cercana en esta inimitable y única web? La razón, al menos, la principal y más poderosa, tiene que ver con el ensayo en varios volúmenes que escribo desde hace años sobre él, analizando en cada tomo (por ahora ya existe uno, y un segundo que viene de camino) no sólo todas sus obras, sin dejarme ni siquiera las inacabadas, sino también todos los aspectos de su vida, influencia en la cultura popular, videojuegos relacionados con sus libros, películas, series, música, legado y, por supuesto, cómics. A pesar de tratar de contener mis ansias analíticas sobre Stephen King más allá de los ensayos con la editorial Applehead Team Creaciones, reconozco que N, el cómic que hoy os traemos en Chica Sombra, es una buena razón para hacer una excepción, una sobresaliente excepción, si os puedo ir adelantando ya algo sobre la reseña.
Aunque parezca nueva, N no es una serie limitada (publicada en Estados Unidos en forma de grapas contenidas todas en este tomo de Panini) que acabe de salir, al menos, no fuera de nuestras fronteras. En realidad, el cómic N fue publicado en el año 2010, aunque su génesis tuvo lugar dos años antes, en 2008, distanciándose la edición de Panini nada más y nada menos que una década desde la primera vez que N fue concebida como una historia para disfrutar más allá de las líneas literarias de King. A partir del relato N, contenido en la antología kingniana Después del anochecer, se ideó una especie de adaptación que el propio guionista encargado de la tarea, Marc Guggenheim, llama "móvilsodios" en el excelente prólogo que posee el tomo de Panini, formando así una serie de fragmentos animados, con el excelente arte del dibujante Alex Maleev, que nos contaban, grosso modo, el cuento del de Maine, añadiendo algún que otro detalle extra que conseguía extenderlo. Tal experimento fue todo un éxito que no pasó inadvertido, y menos a la hora de, poco después, convertir estos episodios animados en una miniserie de cómics en los que, todavía más, Guggenheim, experto en el medio, pudiera continuar expandiendo la idea original del Rey, más basada en El gran dios Pan de Arthur Machen que en la obra de H. P. Lovecraft, como sería lógico pensar con sólo un breve vistazo a la historia que se nos presenta, repleta de obsesiones, suicidios, fatalismos, dioses antiguos y personajes que caen en la locura, conceptos muy del autor de Providence. Cuatro fueron los números que se idearon para N, creando uno de los proyectos comiqueros más interesantes alrededor de Stephen King. Y, al fin, Panini se anima a traérnoslo a España, aprovechando esta nueva juventud que viven las adaptaciones de nuestro querido Steve, se encuentren en el formato en el que se encuentren.
Pero, ¿qué cuenta N? Curiosamente, el misterioso título del cómic hace referencia a uno de los personajes principales de la historia, uno con una obsesión que perseguirá al resto de secundarios que pueblan la narración, todos cayendo a una velocidad de vértigo en el agujero negro que parece ser Ackerman´s Field, una especie de campo que se encuentra en una tranquila y solitaria zona rural de Maine en la que nunca debería pasar nada. Sin embargo, los hechos funestos que rodean el lugar vienen de muy lejos, concretamente, desde sus primeros dueños, quienes no acabaron muy bien. Ahora es N, el paciente de un psiquiatra, quien le va descubriendo los secretos del campo, más en concreto, de las siete enormes piedras que descansan en él. ¿O eran ocho? Ese es el número de piedras que aparece en las fotografías de N, en cualquier fotografía, en realidad. Ocho piedras. Pero son siete cuando uno retira la cámara. ¿Qué significa? ¿Y por qué siete, y cualquier otro número impar, es una mala cifra, y no las pares? Poco a poco, el psiquiatra de N va tirando de hilo, precipitándose a su vez en la obsesión de su paciente, una obsesión que tilda de muy real, lejana a los monstruos del campo y las otras realidades en las que cree N. Al fin y al cabo, es imposible que todo lo que cuenta N sea verdad. No es más que parte de su psicosis, de su obsesión por estudiar una larga serie de acontecimientos terribles conectados con Ackerman´s Field. Todo cambia cuando N se suicida, ya que el psiquiatra también empieza a indagar en lo que significa el campo, en el número de piedras y, finalmente, en esa entidad que parece querer colarse en nuestro mundo. Aunque, ¿y si todo forma parte de la obsesión con la que N le ha contaminado? Como si fuera un virus que pasara de mente a mente, con el campo de Ackerman como principal fijación. Realidad y ficción, la locura y la cordura, todo se acaba mezclando en los pensamientos de cada nueva persona que contempla las siete piedras... ¿O son ocho?
Da igual que Marc Guggenheim, experto en eso de los cómics, especialmente en los de superhéroes (ha sido guionista de no cortas etapas en las series regulares de personajes como Lobezno y Spiderman), firma como realizador del cómic N. No me refiero a que dé igual en el sentido de que no importe, porque el trabajo que lleva a cabo es soberbio, y no son pocos, entre los que me incluyo, y que me perdone el de Maine, que señalan que el cómic de N es ligeramente mejor que el material original en forma de relato. Lo que quiero decir es que en todo momento se nota que nos encontramos ante una obra de Stephen King, incluso siendo una adaptación, lo cual dice mucho del gran trabajo realizado al respecto. Guggenheim consigue expandir el universo de N de forma bastante efectiva, al mismo tiempo que conserva toda la esencia del cuento del Rey, con todas esas referencias a Machen y, también, a Lovecraft, aunque nuestro querido Steve insista en que el primero le sirvió de principal espejo (y Machen también era muy lovecraftiano, recordemos). A pesar de que muchos puedan pensar que los ingredientes que contiene N sean más propios del de Providence, lo que tenemos aquí es una obra cien por cien King, con personajes que caen en una atractiva y siniestra espiral de obsesión en la que no está del todo claro qué es real y qué no, a pesar de que el portentoso Alex Maleev (otro jugador de superhéroes, como bien indican sus soberbios trabajos con personajes como Batman, Daredevil, los Vengadores y en terrenos más urbanos con Punisher y Jessica Jones) se empeñe en mostrarnos, de maneras espectaculares, a las criaturas (¿o criatura?) que esperan tras la delgada cortina extradimensional que ocultan las piedras de Ackerman´s Field. King y Guggenheim juegan con el lector y, al final, es éste quien debe decidir, tras el pesimista y adecuado final para esta historia de terror, si la obsesión es real o no. Aunque, en realidad, auténtica es, claro. Pero, ¿y en lo que se basa? ¿Es una obsesión dirigida a que los seres del otro lado del campo no invadan nuestro mundo, o simplemente (a pesar de que de simple no tenga nada) es una obsesión relacionada con los macabros sucesos que han tenido lugar en el campo?
Siempre es de agradecer que Panini nos traiga obras así en formatos de lujo a precios tan ajustados, pero nunca está de más repetirlo. N nos llega en un tomo de tapa dura repleto de extras, como por ejemplo, el ya mencionado prólogo de Guggenheim, las portadas de los distintos números que componen la miniserie de cuatro números (otro detalle a destacar, que no sea una adaptación alargada en el exceso, poseyendo una extensión bastante adecuada) y una serie de interesantes bocetos de las viñetas de Maleev, perfectos para los que somos sus fans. El volumen no alcanza los veinte euros de precio, quedándose en los dieciséis justos, convirtiéndolo así en todo un chollo si hablamos de precio y calidad en un mismo cómic, lo que da lugar a que tengamos entre manos una adaptación comiquera imprescindible, no sólo para los lectores constantes de Stephen King, sino para todos los amantes de los buenos cómics, aunque no sean seguidores del escritor ni de las obras comiqueras de terror. Lo que podría haber acabado siendo una anodina adaptación de un relato de King, dispuesta sólo para sacar provecho de la nueva juventud que sus obras viven a la hora de ser adaptadas a otros medios distintos al literario, termina resultando un notable, por no decir sobresaliente, cómic en todos los sentidos, tanto en el guión como en el dibujo, usándose ambas vías para contarnos una historia tan asfixiante como aterradora y, sí, obsesiva. Cuidado con los números. Recordad que el ocho está bien. Y que el siete, bueno, el siete... No querréis saber lo que esconde el siete.
Pero, ¿qué cuenta N? Curiosamente, el misterioso título del cómic hace referencia a uno de los personajes principales de la historia, uno con una obsesión que perseguirá al resto de secundarios que pueblan la narración, todos cayendo a una velocidad de vértigo en el agujero negro que parece ser Ackerman´s Field, una especie de campo que se encuentra en una tranquila y solitaria zona rural de Maine en la que nunca debería pasar nada. Sin embargo, los hechos funestos que rodean el lugar vienen de muy lejos, concretamente, desde sus primeros dueños, quienes no acabaron muy bien. Ahora es N, el paciente de un psiquiatra, quien le va descubriendo los secretos del campo, más en concreto, de las siete enormes piedras que descansan en él. ¿O eran ocho? Ese es el número de piedras que aparece en las fotografías de N, en cualquier fotografía, en realidad. Ocho piedras. Pero son siete cuando uno retira la cámara. ¿Qué significa? ¿Y por qué siete, y cualquier otro número impar, es una mala cifra, y no las pares? Poco a poco, el psiquiatra de N va tirando de hilo, precipitándose a su vez en la obsesión de su paciente, una obsesión que tilda de muy real, lejana a los monstruos del campo y las otras realidades en las que cree N. Al fin y al cabo, es imposible que todo lo que cuenta N sea verdad. No es más que parte de su psicosis, de su obsesión por estudiar una larga serie de acontecimientos terribles conectados con Ackerman´s Field. Todo cambia cuando N se suicida, ya que el psiquiatra también empieza a indagar en lo que significa el campo, en el número de piedras y, finalmente, en esa entidad que parece querer colarse en nuestro mundo. Aunque, ¿y si todo forma parte de la obsesión con la que N le ha contaminado? Como si fuera un virus que pasara de mente a mente, con el campo de Ackerman como principal fijación. Realidad y ficción, la locura y la cordura, todo se acaba mezclando en los pensamientos de cada nueva persona que contempla las siete piedras... ¿O son ocho?
Da igual que Marc Guggenheim, experto en eso de los cómics, especialmente en los de superhéroes (ha sido guionista de no cortas etapas en las series regulares de personajes como Lobezno y Spiderman), firma como realizador del cómic N. No me refiero a que dé igual en el sentido de que no importe, porque el trabajo que lleva a cabo es soberbio, y no son pocos, entre los que me incluyo, y que me perdone el de Maine, que señalan que el cómic de N es ligeramente mejor que el material original en forma de relato. Lo que quiero decir es que en todo momento se nota que nos encontramos ante una obra de Stephen King, incluso siendo una adaptación, lo cual dice mucho del gran trabajo realizado al respecto. Guggenheim consigue expandir el universo de N de forma bastante efectiva, al mismo tiempo que conserva toda la esencia del cuento del Rey, con todas esas referencias a Machen y, también, a Lovecraft, aunque nuestro querido Steve insista en que el primero le sirvió de principal espejo (y Machen también era muy lovecraftiano, recordemos). A pesar de que muchos puedan pensar que los ingredientes que contiene N sean más propios del de Providence, lo que tenemos aquí es una obra cien por cien King, con personajes que caen en una atractiva y siniestra espiral de obsesión en la que no está del todo claro qué es real y qué no, a pesar de que el portentoso Alex Maleev (otro jugador de superhéroes, como bien indican sus soberbios trabajos con personajes como Batman, Daredevil, los Vengadores y en terrenos más urbanos con Punisher y Jessica Jones) se empeñe en mostrarnos, de maneras espectaculares, a las criaturas (¿o criatura?) que esperan tras la delgada cortina extradimensional que ocultan las piedras de Ackerman´s Field. King y Guggenheim juegan con el lector y, al final, es éste quien debe decidir, tras el pesimista y adecuado final para esta historia de terror, si la obsesión es real o no. Aunque, en realidad, auténtica es, claro. Pero, ¿y en lo que se basa? ¿Es una obsesión dirigida a que los seres del otro lado del campo no invadan nuestro mundo, o simplemente (a pesar de que de simple no tenga nada) es una obsesión relacionada con los macabros sucesos que han tenido lugar en el campo?
Siempre es de agradecer que Panini nos traiga obras así en formatos de lujo a precios tan ajustados, pero nunca está de más repetirlo. N nos llega en un tomo de tapa dura repleto de extras, como por ejemplo, el ya mencionado prólogo de Guggenheim, las portadas de los distintos números que componen la miniserie de cuatro números (otro detalle a destacar, que no sea una adaptación alargada en el exceso, poseyendo una extensión bastante adecuada) y una serie de interesantes bocetos de las viñetas de Maleev, perfectos para los que somos sus fans. El volumen no alcanza los veinte euros de precio, quedándose en los dieciséis justos, convirtiéndolo así en todo un chollo si hablamos de precio y calidad en un mismo cómic, lo que da lugar a que tengamos entre manos una adaptación comiquera imprescindible, no sólo para los lectores constantes de Stephen King, sino para todos los amantes de los buenos cómics, aunque no sean seguidores del escritor ni de las obras comiqueras de terror. Lo que podría haber acabado siendo una anodina adaptación de un relato de King, dispuesta sólo para sacar provecho de la nueva juventud que sus obras viven a la hora de ser adaptadas a otros medios distintos al literario, termina resultando un notable, por no decir sobresaliente, cómic en todos los sentidos, tanto en el guión como en el dibujo, usándose ambas vías para contarnos una historia tan asfixiante como aterradora y, sí, obsesiva. Cuidado con los números. Recordad que el ocho está bien. Y que el siete, bueno, el siete... No querréis saber lo que esconde el siete.
¡Hola!
ResponderEliminarPues tiene una señora pintaza, ¿eh?
Este veo que va a acabar en mis manos, lo tiene todo, y encima lo que dices del precio, teniendo en cuenta que es de tapa dura y con extras.
Las ilustraciones me flipan y el contenido aún más.
¡Un saludo!
¡Hola! Qué pinta, imposible no convencer a alguien ^^
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Es un libro de King que no leí todavía, pero igualmente el cómic tiene una pinta estupenda.
ResponderEliminarUn abrazo ;)
Excelente artículo sobre un cómic de aspecto más que interesante. ¡Que ganas me habéis dado de leerlo!.
ResponderEliminarhola! mi corazón late en la sintonia de King, gracias!! abrazosbuhos
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