Hoy tenemos en la web al fotógrafo y amigo Jose Mª Lázaro Castillo.
¡Hola, Jose! Lo primero, darte la bienvenida a Chica Sombra. Cuéntame, ¿cómo es un día normal en tu vida?
Muy buenas, María, gracias a vosotros por invitarme a participar en Chica Sombra.
Mi día a día cambia mucho según la época, me dedico casi al 80% a la docencia, y los cursos que imparto son de 4 o 5 meses máximos, por lo tanto voy cambiando de horarios, lugares y alumnos todo el tiempo, pero más allá de lo laboral, mis días intento teñirlos de sustancias imprevisibles. Aunque sé que esto es un tópico y al final la rutina está en cada uno de nosotros mi apuesta por la vida reside en crear, en inventar, en generar proyectos, relaciones, retos y vínculos.
Bueno, vale, bajo a la tierra y te cuento lo que he hecho hoy como ejemplo de mi “día a día”…
Me gusta levantarme un par de horas antes de salir de casa y desayunar tranquilo, ducharme, ponerme en el ordenador y organizarme para intentar memorizar las citas y responsabilidades del día porque dudo que vuelva a mirar la agenda a lo largo del mismo. Todo esto lo hago mientras juego con mis gatas y escucho música (sí, vecinos, soy yo el de las 7:00h escuchando hiphop, rock o lo que salga por los altavoces).
A eso de las 9h me voy al trabajo (soy profesor en la Escuela de Diseño de Madrid) en el tren y seguro que estoy haciendo test del carnet de moto, leyendo o navegando por las inmensidades de Internet buscando alguna frikada. Últimamente paso más de las redes sociales y he vuelto a retomar la lectura (muy recomendable). Cuando salgo de la escuela me vuelvo a casa, me pongo con la comida, siempre intento comer sano y fresco. Así que a la que salgo del tren me paso por la frutería e improviso algún plato vegetariano.
Cuando termino de comer suelo jugar un rato con las gatas hasta quedarme frito unos 20 minutos y luego ya empiezo a improvisar las tardes. Hoy, por ejemplo, me voy a un taller de iluminación con Abel Castro, otros días me pongo a montar algún invento con maderas, arduinos, o a retocar fotografías de antiguas sesiones. Y, según va cayendo el sol, voy pensando en irme a la piscina a hacer unos largos y/o quedar con algún/a amigo/a para echarme unas cervezas, risas o tramar algún viaje o proyecto entre manos… y ya en la noche empiezo a apagarme entre una ducha, la cena y alguna película. Y este podría ser un buen boceto de un día común.
Desde muy joven tu vida ha estado ligada al mundo del arte, ya sea con trabajos artesanales como la talla en madera o la pintura. ¿Qué fue lo que te impulsó a querer estar en contacto con el arte? ¿Tienes algún artista fetiche?
Mi contacto con el arte es pura necesidad, impulso e instinto de crear cosas, anteriormente a la talla de madera o pintura estaban las figuras/naves/robots que hacía con cajas de zapatos, detergente o bricks de leche. Después fueron cabañas en los descampados y árboles. El asunto era inventar, crear cosas que sirviesen para algo y que tuvieran una utilidad o contaran algo, de hecho soy ingeniero en informática por esa misma premisa.
Me encantaría decirte que tengo un artista fetiche, pero voy tan por libre que he pasado de las reglas, de los artistas y de contaminar mi creatividad, aunque he de reconocer que cada día veo más importante ver, aprender y empaparme de otros. La cultura visual es imprescindible, pero no tengo a ningún artista en concreto.
Una cosa graciosa que me suele pasar es que me viene gente diciendo que alguna de mis fotos le recuerda a tal pintor o artista y siempre tengo que poner cara de que sé de lo que hablan, pero puedo jurar que el 90% no tengo ni idea de lo que me hablan. Imagino que eso tiene una parte mala pero una parte muy buena, ya que voy surcando mi camino sin fijarme mucho en los caminos hechos.
En 2003 fundaste una editorial y paralelamente lo compaginabas estudiando ingeniería informática. Esta fusión te llevó a una carrera profesional en el sector de las artes gráficas audiovisuales. ¿Cómo conseguiste encauzar estas disciplinas tan dispares, y llevarlas todas a un mismo puerto? ¿Qué recuerdas de tu etapa de estudiante como artista gráfico audiovisual ?
Claro, para mí fueron dos caminos que se juntaron irremediablemente, por un lado yo quería estudiar informática para aprender cómo funcionaba la tecnología, me intrigaba cómo metía una moneda y te salía una bebida y, encima, te devolvía el cambio. Al final, aunque sea con circuitos, la programación es pura creatividad encerrada en una caja de normas y reglas. Mientras, mi mente explotaba de color y culto a la estética más viva, a la de la naturaleza y lo improvisado. Fue en ese momento, cuando por medio de programas de diseño gráfico, iba creando proyectos audiovisuales para colectivos, asociaciones o proyectos que tenía entre manos… Sin darme cuenta vi esa simbiosis: tecnología y desarrollo con las artes gráficas. Era la única forma de aprovechar todas las horas de estudio en algo que me salía de dentro. Por eso fui saliéndome del perfil más técnico-ingeniero para adentrarme en el diseño web, gráfico e incluso coqueteando con la robótica.
El mundo editorial ya es otro cantar. También nace de la misma necesidad e inquietud de hacer mi propio camino.
Digamos que la editorial que fundé venía a cubrir un hueco que hasta ahora pocos tocaban, se trataba de una editorial independiente que publicaba libros sobre la recuperación de la memoria histórica más contemporánea. Hablábamos sobre lo que la gente no quería hablar, la cara B de la transición española, falta adaptación a la democracia que hoy conocemos y nuestra apuesta era la sacar a la luz las historias de los olvidados, de los que casi siempre pierden la batalla pero son el motor de cada victoria cultural y política.
Básicamente, montamos la editorial para llenar nuestras estanterías de los libros que nadie se atrevía a editar.
Al final, lo que sí es cierto es que todas mis inquietudes tocan alguna arista artística y por eso no puedo separarme de este mundo tan fabuloso del arte como expresión y forma de contar y transformar.
Te conocí a través de las redes sociales, y me enamoré instantáneamente de tus trabajos. En ellos se aprecia una especial sensibilidad a la hora de captar un ápice de tiempo, una mirada o una pose. ¿Te dejas llevar por el momento a la hora de fotografiarlo, o antes haces un pequeño estudio del entorno?¿Qué es lo que te inspira a la hora de elegir a las mujeres que aparecen en tus fotografías?
Soy muy de dejarme llevar, mis premisas son siempre instinto, impulso e intuición. Aunque siempre busco una localización que como mínimo conozca o haya bicheado de alguna forma por Internet, la magia surge del momento y de la simbiosis que se crea entre la modelo, el entorno y yo. Siempre he elegido a la persona fotografiada en base a lo que quiero contar, pero lo cierto es que no siempre lo que uno se imagina. Pero si está en mi mano me gusta quedar y tomar un café o charlar un rato antes e ir penetrando en su personalidad y su forma de comunicar. Esto es imprescindible para la conexión y entendimiento a la hora de captar la esencia. De alguna forma me puedo imaginar ese primer encuentro como una mezcla entre una entrevista de trabajo donde necesitas saber todas las cualidades del futuro empleado, una cita a ciegas del Tinder y el encuentro con un amigo que hace mucho que no ves y quieres aprovechar cada minuto con él.
Mi poca o mucha humildad no me deja etiquetarme como una persona sensible, pero sí puedo decirte que soy de vivir los momentos con sentimiento, de llorar, de piel y de profundizar en lo que me remueve. No sé si todo esto se transmite en mis fotos o simplemente es un espejismo, pero intento ponerle amor y sentimiento a todo lo que hago. Si algo si me define es la pasión que imprimo a todo lo que hago.
Desde 2013 impartes clases formativas relacionadas con las artes gráficas, edición, fotografía, publicidad y desarrollo web. ¿Qué es lo que más te gusta de tu faceta como profesor?
Sinceramente, lo que más me gusta es “desnudarme” por dentro y mostrar lo que soy por fuera, lo que hago y lo que he aprendido en todo este recorrido. En mi trayectoria en la vida siempre me han enseñado, he aprendido de grandes vividores del arte y la aventura, por ello simplemente intento devolver todos esos conocimientos a mis alumnos. Mis clases están llenas de ejemplos, de símiles, de risas y complicidad. Amo mi trabajo, amo las caras de mis alumnos cuando siento que disfrutan, amo esos mensajes de agradecimiento. Lo mismo hay una parte de ego, no lo sé, pero me gusta recibir ese feedback del que yo intento impregnar cada clase que doy. Mi mayor satisfacción es ver a mis alumnos haciendo su propio camino y, sobre todo, viéndoles colocados en alguna empresa y contentos por haberme cruzado en sus vidas. Piensa que yo doy clase a gente que en muchas ocasiones está en su segunda o tercera oportunidad de reencontrarse laboralmente, y esto es una responsabilidad grande.
Cada una de tus fotografías cuenta una historia abierta a la imaginación del que las visualice. Los que visiten tu web, www.jmlazarocastillo.com, podrán encontrar series fotográficas donde haces un guiño a la mitología griega, una breve investigación sobre la gestión emocional, los sentimientos y pensamientos, o estados mentales, donde utilizas distintos paisajes para reflejar nuestras conductas humanas. ¿Alguna vez has vuelto a ver una de tus obras, pero te ha transmitido algo completamente distinto a cuando tomaste la instantánea? ¿Hay alguna anécdota de la que guardes especial recuerdo tras una sesión fotográfica?
Me pasa mucho, para mí la foto nace en el primer deseo de hacerla y nunca muere. Si una foto está viva, cada vez que la veas encontrarás esa historia (u otra) y volverá a reencantarte, por eso no me canso y puedo tener una foto durante años en el salón de mi casa. El problema viene cuando miras la imagen y no te cuenta nada, la ves muerta. No te lo voy a negar, alguna vez me ha pasado con mis fotos y con las de algunos fotógrafos.
Esto pasa por muchos motivos, en mi caso suele ser porque cada foto está cargada de una emoción, a veces con la misma fotografiada y otras con el pensamiento que quería comunicar. Si muere esa sensación, muere la foto. Esto no es un drama ni hay que hacer ningún duelo, pero yo entiendo la fotografía como una lenguaje universal con el que contar cosas, sería como publicar un poema en un lengua muerta.
La anécdota más triste en ese sentido la tengo en una sesión que hice, no puedo dar muchos datos porque es demasiado evidente todo y no quiero hablar más de lo que hablé en su día, pero fue una sesión cargada de amor y de complicidad. Al morir todo eso, la foto se convirtió en lo contrario, en una tumba del recuerdo de un momento que un día fue la sonrisa con la que me levantaba cada día. Hoy esas fotos las tengo guardadas y apenas las veo, pero creo que ando en el camino de reencontrarme con esos días y darle un espacio positivo en algún lugar de mi casa.
Como buen culo inquieto, sé de buena tinta que no paras quieto. ¿Podrías contarnos en qué próximos proyectos te encontraremos?
(Risas) En poco tiempo me has conocido bien. Te cuento:
Este año ha sido el año en el que he madurado como fotógrafo. Más allá de que haya bajado mi producción creativa, me tocaba parar e imaginar nuevos caminos, digamos que el reto de hacer la foto que imaginaba lo había conseguido. Era capaz de sacar en una foto lo que me proponía y esa etapa de crear la escena estaba cerrada. Y como buen “culo inquieto” quería algo más de mis fotos.
No me vale quedarme en esa capa estética de la belleza, tenía ganas de que mis fotos fueran de todo menos bonitas, quería romper con esa sensación fácil que la belleza y adentrarme en un lenguaje mucho más profundo y complejo, quería que mi fotografía fuese mi nueva forma de hacer ensayos, de contar lo que pienso, lo que creo y por lo que lucho.
De este nuevo reto, totalmente fuera de pronóstico, vuelvo a girar hacía la fotografía documental. Obviamente entiendo la fotografía documental como otra arista de arte donde se conjuga un mensaje con una expresión artística. Parto de que la realidad es subjetiva y que el fotoperiodismo como profesión está corrompido por el ojo y los intereses de quien te paga y no quiero contaminar mi fotografía de tal embrujo.
Por todo ello, actualmente estoy madurando un proyecto fotográfico donde trabajaré sobre el arraigo y el sentimiento de pertenencia en los barrios de Madrid, concretamente en Vallekas, por ser donde resido y el barrio que me abrazó hace ya diez años.
Como viene siendo un clásico en nuestra web, aquí te suelto la última pregunta que le hacemos a todos/as nuestros invitados: ¿Eres feliz?
(Risas) No sé cómo responder a esto sin mirar en Google una respuesta ingeniosa y no caer en un tópico, pero si te digo la verdad, soy bastante feliz, tengo una flor en el culo y me flipan las cosas que me va regalando la vida, y con esto no quiere decir que todo haya o esté siendo fácil, pero me gusta mirar la vida con alegría y optimismo. Si hay dos cosas que siempre me persiguen es que cuando tengo algún drama o algo no sale bien siempre viene detrás algo mejor. Algo que me refuerza y me empuja hacia adelante como si un brazo me sacara del corazón de una tormenta. Y la otra es es mi abuelo. Un día me dijeron que mi abuelo me protegía y estaba siempre conmigo, no sé si es así, pero yo le siento en cada decisión, en cada alegría y en cada paso que doy.
Me despido, no sin antes darte las gracias por tu tiempo y contestar sinceramente a las preguntas.
Un abrazo muy fuerte y espero que no haber divagado mucho en mis respuestas, como buen profesor e intensito, soy de enrollarme.
Muy buena entrevista
ResponderEliminarBesos
Hola! No lo conocía así que muchas gracias por la entrevista.
ResponderEliminarUn saludo!
Me ha gustado mucho conocer su trabajo, para mí la fotografía es algo esencial en la vida, es tener la oportunidad de captar los recuerdos, los lugares, los instantes por siempre
ResponderEliminarGracias por la entrevista. Me ha parecido interesante.
ResponderEliminarGracias por la entrevista. Siempre es muy interesante conocer a las personas a través de sus respuestas. Besos
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