‘El hombre del saco’, la traducción del título que el relato ‘The boogeyman’ tuvo en España, es mi relato favorito de Stephen King.

Me gusta dejarme los libros de relatos para leer antes de dormir. Me encantan las historias que poder leer de una sentada, sin dejarme capítulos a medias. Cosas raras que me pasan como lector. Y los relatos son maravillosos para ese momento del día. Recuerdo perfectamente lo que sentí al leer ‘El hombre del saco’. No es un relato largo. Al contrario, teniendo en cuenta de quién estamos hablando, se trata de un texto más bien cortito. La historia se desarrolla con normalidad, sin grandes sobresaltos, para al final, justo al final, cogerte de las tripas y apretar fuerte. Lo leí con 27 años y, lo reconozco, me dio bastante miedo. 

Comprenderéis entonces la ilusión que me hizo que se anunciase un proyecto que adaptaba este relato. Comprenderéis la ilusión que me hizo enterar que iba a ser estrenada directamente en plataformas, pero por su buena acogida en pases al público, decidieron llevarla al cine. O sea, una peli de mi relato favorito. Y todo apuntaba a que estaría bien. 

Qué chasco me he llevado.

La potencia del relato se diluye en una película que se acoge demasiado a la fórmula del terror del jumpscare. Esta obra se divide claramente en dos partes: la que precede a la aparición total del monstruo y a la de después. En mi opinión, la mejor es la segunda. Y es que, a pesar de que la película no da respiro ninguno, la estructura de “suena un ruido (me acerco lentamente a ver qué es) y me llevo un susto” se repite demasiado en esa primera parte. A pesar del buen hacer del director a la hora de colocar la cámara, se hace demasiado repetitivo y te llega a sacar de la película. 

A partir del momento en el que ya conocemos el aspecto del “bicho”, todo se vuelve más divertido y más disfrutable, pero eso no arregla todo lo anterior.

Rob Savage es un buen director, pero la mitología del monstruo no está bien construida. Eso, unido a las relaciones un poco extrañas de los personajes, hacen que esta experiencia no haya sido todo lo grata que me esperaba. 

¿Significa eso que me enfado, no respiro y me entren ganas de cancelar a todo aquel atado a este proyecto? Pues no. No me ha gustado, no pasa nada. Agradezco el esfuerzo de todos los implicados y me alegro de que hayan llevado a cabo un proyecto así en este mundo tan difícil que es el del cine.

Siguiente película.