Después de disfrutar del impecable Crims de Carles Porta en TV3, tenía muchas ganas de ver la adaptación en formato miniserie que Netflix estaba preparando del crimen de la Guardia Urbana, y la verdad es que no me ha decepcionado.

Los aficionados al true crime ya conocemos esta historia: Rosa Peral y Albert López son los sospechosos de la muerte de Pedro Rodríguez, pareja de Rosa, cuyo cuerpo apareció calcinado en el pantano de Foix.

Para los que no la conozcáis, no voy a dar muchos detalles más al respecto para dejar que os sorprenda, pero este caso tiene mucha miga. Desde el pasado de Rosa hasta acusaciones falsas, no es de extrañar que el canal de streaming se lanzara a hacer esta serie.

Si bien algunas partes son ficticias (también hay que pensar que las conversaciones, por ejemplo, no se pueden saber al 100% cómo fueron), la recreación de lo importante está muy bien lograda: desde las fotos hasta los hechos.

Las interpretaciones están geniales. Los actores han hecho un gran trabajo, sobre todo Úrsula Corberó, que borda los matices de Rosa y a veces la muestra vulnerable… hasta que enseña su verdadera cara.

Quim Gutiérrez también está estupendo como Albert, y José Manuel Poga se aleja mucho del Gandía que vimos en La casa de papel intepretando a Pedro.

Los primeros capítulos se hacen algo lentos, pero, a la que van avanzando, enganchan. Mezclan pasado y presente, para que veamos las motivaciones y el cómo se llegó hasta el momento de la muerte de Pedro, algo que creo que le da mucho dinamismo a la ficción.

En resumen, El cuerpo en llamas es una miniserie que entretiene, que explica el caso con bastante respeto hacia los verdaderos afectados (las víctimas de Rosa… ya veréis porqué lo digo) y que especula lo justo, ya que se centra en los hechos probados, y solo tiene libertad creativa para llenar esos huecos que no podemos conocer.

La recomiendo.