En La caída de la casa Usher vemos justo eso: cómo los herederos de un imperio farmacéutico van muriendo uno a uno.

Cada episodio está dedicado a un personaje (algo recurrente en la trayectoria de Flanagan, ya lo hizo en la impecable La maldición de Hill House) y, además, es una adaptación de un cuento de Poe.

Debo reconocer que me ha encantado esta serie. Los capítulos enganchan, tienen una trama que no te deja parar de mirar y, como es común en este director, está todo cuidado al milímetro, mezclando pasado y presente, mostrando cómo todo tiene consecuencias. Además, que usen los nombres de las historias de Poe es todo un acierto. Y que reciten varios de sus poemas, la guinda del pastel.

Los personajes son todos de dudosa moralidad (salvo las dulces Lenore y Annabel Lee), y disfrutas viendo su destino final. En este punto hay que destacar el genial trabajo de todos los actores, la mayoría recurrentes en el trabajo de Flanagan, y que bordan sus personajes. Haré mención especial a Carla Gugino, que interpreta a Verna, y que con cada aparición llena la pantalla.

Las muertes son impactantes. Desde la primera a la última, y creo que han sabido adaptar bien las historias de uno de los maestros del terror a la era moderna.

La crítica hacia las élites y la gente de poder es muy potente. Ver cómo hacen lo que sea con tal de ganar más, y que no tienen ningún escrúpulo a la hora de conseguir sus objetivos es mordaz y, en mi opinión, realista. Pero entre tanta maldad también tenemos personajes puros, buenas personas que no se dejan corromper.

La ambientación, la banda sonora y los efectos visionales vuelven a ser puntos fuertes de esta ficción, que no escatima en sangre en los minutos finales de cada capítulo.

En resumen, La caída de la casa Usher vuelve a encumbrar a Mike Flanagan como uno de los grandes del terror. Imperdible. 

Ideal para el mes del terror.