¿Dónde está Lucifer?

El ángel mensajero Gabriel informa en el Cielo que Lucifer ha desaparecido.

La general del Séptimo Círculo del Infierno lo busca.

Un alma maldita planea una venganza eterna.

Las Puertas del Hades que permiten el paso de las almas condenadas al inframundo empiezan a fallar.

Y si el Cielo y el Infierno colapsan... ningún ángel, demonio o humano estará a salvo.

Porque a veces los malos no son tan malos ni los buenos... tan buenos.

Hoy os vengo a hablar de un libro que he leído gracias a un libro viajero que he organizado junto a su autora, Katherine Vega. Ya os he hablado más de una vez de ella por estos lares (y no será la última), porque me gusta mucho cómo escribe y lo que escribe. Toca varios géneros, y el de hoy podríamos meterlo en fantasía. Y digo podríamos porque tiene más cosas: sexo, religión y la eterna batalla entre el Bien y el Mal. 

Si habéis visto la serie Lucifer, os sonará muchísimo el pincipio de este libro, pues comenzó, precisamente, siendo un fanfic de esta serie en Wattpadd. Luego, la autora lo convirtió en novela con su propio wordbuilding. Aquí, al igual que en la ficción de la pequeña pantalla, Lucifer está harto de ser el malo y de reinar en el Infierno, así que abdica de su trono y se muda a la tierra. Concretamente, a Los Ángeles, donde monta un depravado casino que pronto se convierte en el negocio más próspero de la ciudad, frecuentado continuamente por la flor y nata de Hollywood.

Leraie, una demonio descendiente de Lilith y la amante principal de Lucifer, además de una de sus generales, se irá con él a la tierra para servirlo y protegerlo... aunque pronto nos daremos cuenta de que entre ellos hay algo más que una relación rey/general. Esta relación me ha gustado. Llevan miles de años, literalmente, juntos, pero no revueltos; ambos tienen una vida sexual activa también con otros y otras. En la novela hay bastante sexo, y lo cierto es que me ha gustado cómo Kat describe estas escenas. Explícito, pero sin caer en la vulgaridad. 

Además de dos protagonistas cañeros y divertidos, cuenta con un amplio abanico de secundarios que me han fascinado. De hecho, ya le he dicho a la autora que me encantaría un libro propio de Astartea y Raziel. Ahí lo dejo.

Y, por supuesto, el mensaje que deja: ni los buenos son santos, ni los malvados los peores. A veces, la fina línea que separa el Bien y el Mal se puede cruzar muy fácilmente, ya sea en una dirección o en otra. Katherine hace que quieras ir, sin duda, al Infierno, donde son más leales que allí arriba. 

Como punto negativo, y siendo lo quisquillosa que soy con este tema, diré que le falta un repaso a la corrección, pues hay algunas cosillas que chirrían.

Por lo demás, una gran novela que, pese a no ser mi género, he disfrutado como una enana. Tanto así, que esta noche en casa vamos a empezar a ver Lucifer.

Recomendada.